Juan Meriches: “La regulación actual del sector tiene 40 años sin modificaciones estructurales y hoy es una piedra de tope”

Sep 20, 2023 | Panorama Energético

El director de Asuntos Públicos de Empresas Eléctricas analizó la ley de reforma a la distribución y destacó que hoy estamos en una regulación obsoleta que requiere un ajuste integral.

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Preocupado por lo parcial y segmentado que ha sido la discusión del cambio regulatorio que necesita el sector para poder enfrentar la transición energética se mostró Juan Meriches, director de Asuntos Públicos de Empresas Eléctricas, quién aseguró “hoy el foco principal de la reforma debe estar puesto en el desarrollo de más y nuevas redes”.

En la misma línea, el ejecutivo señaló en entrevista a ELECTROMINERÍA que se requiere, con urgencia, una hoja de ruta para llevar adelante una reforma profunda al modelo de distribución eléctrica y repensar nuestro marco regulatorio «para enfrentar los desafíos que impone la descarbonización y la mayor electrificación de los consumos».

¿Cree que sea necesario ingresar otro proyecto de ley de reforma a la distribución o es factible retomar lo que se habían presentado en el gobierno anterior?

Creo que existe amplio consenso en el sector, y entre distintos actores, sobre la necesidad de reformar y mejorar la regulación del segmento de distribución. De hecho, como gremio hemos sido activos impulsores de avanzar en esa reforma. Durante los últimos años se avanzó en discutir sobre las materias que debían ser abordadas en ese cambio regulatorio y siempre hemos señalado que lo que se requiere es un ajuste integral de la regulación del segmento, y no una discusión parcial o segmentada.

Desde nuestra perspectiva, hoy el foco principal de la reforma debe estar puesto en el desarrollo de más y nuevas redes, más modernas, más flexibles y más resilientes, capaces de soportar el proceso de electrificación de los consumos energéticos y su bidireccionalidad, de habilitar un mayor desarrollo de los recursos distribuidos en la red, de mejorar la calidad de servicio de los usuarios, así como soportar de mejor forma los eventos climáticos cada vez más extremos.

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¿Cuánto afecta al segmento el no contar con una regulación actualizada, en el contexto de la transición energética?

Las redes de distribución eléctrica son esenciales para una transición energética exitosa. Sin ellas, la transición no solo será incompleta, sino que sus beneficios no llegarán a los hogares ni a las personas. Hoy estamos atrapados en una regulación obsoleta. Nuestras redes de distribución no están preparadas para afrontar el desafío que supone esa transición energética.

La regulación actual del sector tiene 40 años sin modificaciones estructurales y hoy es una piedra de tope no sólo para responder a las necesidades de los usuarios en el mediano plazo, sino que incluso para cumplir las expectativas actuales de los clientes respecto del servicio que reciben.

Lo que se requiere, de manera urgente, es una hoja de ruta para llevar adelante una reforma profunda al modelo de distribución eléctrica, que nos permita anticiparnos a los nuevos requerimientos que tendrán las redes y la ciudadanía.

Una reforma al sector pasa por la implementación masiva de la medición inteligente, ¿cómo se puede abordar este tema desde lo público-privado para que sea bien recibido por los clientes finales regulados?

El foco de una reforma en la distribución debe estar puesto en generar las condiciones para que los usuarios puedan hacer una mejor gestión de su demanda, a través de incentivos y un diseño tarifario más flexible.

Hoy en el país existe una normativa que requiere la voluntariedad de los clientes para la instalación de estos medidores, por lo que su desarrollo se irá dando de forma progresiva en el tiempo, en la medida que la sociedad los reconozca como una herramienta que les genera beneficios y que es necesaria para transformar a los consumidores en prosumidores y una mejor gestión de demanda.

¿Qué principios, a juicio de EE, debería considerar la reforma a la distribución?

Lo que contenga una futura reforma a la distribución dependerá de lo que defina la autoridad y del consenso que se logre entre una multiplicidad de actores que tiene opinión en este tema. Lograr ese consenso debe ser parte de la hoja de ruta que estamos proponiendo.

Sin embargo, desde nuestra perspectiva, creemos que la prioridad y foco de la reforma debe estar puesta en tres ejes esenciales:

Primero, contar con redes más robustas y resilientes, y para ello es necesario generar un esquema regulatorio que considere la realidad operacional de las compañías, a través de un sistema de incentivos más eficiente y transparente para la ciudadanía, y un rol más activo del Estado en la planificación de estas redes.

Segundo, permitir que el futuro energético llegue a los hogares, lo que está ligado a la necesidad de avanzar en la inclusión de medios energéticos distribuidos en la planificación de las redes, para efectos de remuneración y tarificación, y así adecuar eficientemente a las ciudades al desarrollo masivo de la generación distribuida, la electromovilidad y el almacenamiento.

Y tercero, dotar de mayor poder de decisión de los usuarios, a través del tránsito hacia una tarificación diferenciada, eliminando las tarifas planas y considerando otros elementos para diferentes tipos de clientes, permitiendo a los usuarios tener el poder de decisión respecto a su consumo y elegir en qué momento tomar ciertas acciones que les permitan ser más eficientes en el uso de la electricidad.

No contar con una reforma integral al segmento, ¿dificulta los actuales procesos tarifarios?

Son temas que están naturalmente ligados, pues el marco actual es el que define la forma en que se llevan adelante los procesos tarifarios. La experiencia reciente nos muestra que el esquema tarifario vigente no sólo presenta enormes dificultades en su aplicación -de hecho, el proceso de VAD 20-24 lleva casi tres años atraso-, sino que tiene problemas de fondo para enfrentar los problemas actuales y futuros del sector.

La regulación actual fue diseñada para ser eficiente y lograr cobertura de red, pero ya cumplió su ciclo. Las necesidades actuales de los clientes son cada vez más intensivas en electricidad y con crecientes exigencias de continuidad en el suministro. Eso es más evidente aún si queremos incorporar nuevas tecnologías, tales como el almacenamiento, la generación distribuida y la electromovilidad, sólo por mencionar algunos ejemplos. Es necesario repensar nuestro marco regulatorio para enfrentar los desafíos que impone la descarbonización y la mayor electrificación de los consumos.

En un estudio reciente que la autoridad le encargó a un grupo de expertos para revisar la regulación de la industria del gas natural, por ejemplo; se demuestra que el actual esquema de empresa modelo queda corto para enfrentar los desafíos que tenemos a futuro en materia energética.

Dado lo anterior, debemos transitar hacia un modelo que reconozca de mejor manera la realidad operacional de las compañías, con un sistema de incentivos que permita una expansión eficiente de la red y contemple un rol del Estado en su planificación.

¿Cuáles son los principales desafíos de corto plazo que tiene la distribución y que podrían ser enfrentados con una reforma?

Los desafíos de la distribución son múltiples. Somos el eslabón que conecta el resto del sistema energético con las personas y, desde esa perspectiva, la necesidad de una mejor calidad de suministro es el principal desafío. A eso se suma el cómo la regulación es capaz de adaptarse para resolver los problemas derivados de los aumentos importantes de pérdidas no técnicas, de la conexión de PMGD a la red, el robo de cables, entre otros temas de corto plazo.

Sin embargo, nuestra visión apunta a pensar esta reforma con una mirada de largo plazo. El proceso de descarbonización no se agota con el remplazo de centrales térmicas por energías renovables. Resulta fundamental que la transición energética llegue a los hogares, a las personas, a través una mayor electrificación de los consumos energéticos, como la calefacción y el transporte eléctrico, así como también posibilitando un desarrollo masivo de la generación distribuida y el almacenamiento de energía a nivel residencial.

No podemos darnos el lujo como país de permitir que el segmento que convive día a día con los usuarios de electricidad sea la tarea pendiente de la transición energética. Los cambios en distribución no son de un día para otro, requieren tiempo. Debemos comenzar ya.

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